Tanque australiano como refugio contra incendio



Taciturno,solitario,Don Mariano que andaba por los sesenta,pasaba sus días en su campo por los pagos de Durañona,abocado a la atención de sus vaquitas y ovejas que pastaban entre cardales y abrojales que poblaban la mayor parte de sus quinientas hectáreas.
Se contaba que luego de la recorrida matinal,
Don Mariano,se sentaba bajo el alero de su tapera,luego se sacarse las alpargatas y subirse un poco las perneras de su bombacha campera, con su infaltable facon que permanentemente llevaba en la parte posterior de su cintura, procedía a despinarse sus piernas.
La tapera, apenas poco mas que un rancho ,paredes de ladrillo sin revocar,techo de chapa a dos aguas,con un alero que cubría el frente de sus tres habitaciones,una de ellas era la cocina,en su interior en un rincón,una llanta de un camión internacional, hacia de fogón, allí estaba el asador, qué también servia para colgar la olla para hacer el pucherito,mientras que un hierro atravesado servia para apoyar la pava , una precaria campana y chimenea contribuían a sacar el humo hacia el exterior .La cocina era el centro de reunión en la época de esquila,donde los esquiladores,sentados sobre un largo tronco compartian el mate cimarrón, mientras se iba haciendo el asadito nocturno ,de tanto en tanto la orden,¡arriba,che! levántense que tenemos que correr el tronco,que era asiento y leña al mismo tiempo.
En el centro cuatro postes clavados en la tierra enlazados por otros que hacían de travesaños,conformaban una precaria mesa,en cuyos extremos,pendia un trozo de arpillera,que obraba de servilleta.En un rincón una alacena,la “rinconera”,a su lado la bolsa con la provision mensual de galleta de “piso”.
Sobre una pared un candil tenuemente complementaba la iluminación propia del fogón, de manera que los desaliñados rostros adquirian una vision casi fantasmagorica.El asado se compartía de pie,no había otros asientos,salvo la cabeza de vaca del “patron”,más complicado era el día que había puchero,cada uno con su cuchara tomando la sopa directamente de la olla y pescando algún trozo de carne, papa y zapallo ,mientras en el umbral de la puerta dos o tres perros esperaban por las sobras.
La tapera era complementada por un galpón, qué servia para guardar los cueros,la lana, hacía de dormitorio de los esquiladores y de garaje del Ford A descapotable,que Don Mariano una vez al mes utilizaba para acercarse hasta Chillar,para comprar los vicios y vender algunas vaquitas y/o solicitarle al barraquero que pasara a retirar cueros y lanas.
A metros del galpón el molino con su tanque australiano y pegadito los corrales, para las vaquitas. ovejas y algunos caballos,entre ellos el de montar que Don Mariano utilizaba en sus recorridas,con sus bebederos internos y externos,y un poco mas allá la pileta bajo nivel para bañar a las ovejas,completaban el paisaje dos eucaliptos y un sauce llorón próximos a la tapera y la doble fila de eucaliptos y acacias (aromos) que llegaban hasta la tranquera de entrada.
En ese páramo transcurría su vida Don Mariano,salvo en periodos de esquila, vivía con la sola compañía de sus fieles perros.Solo se conectaba con el mundo exterior cuando se hacia la escapadita a Chillar, dónde adquiría algunos periódicos que lo ponían al tanto de lo que ocurría en el país y en el mundo.
Habia despuntado la década del cincuenta y el panorama se iba complicando,las lluvias cada vez mas escasas iba disminuyendo las pasturas.
Un ocasional visitante al observar al lado del galpón, una guadañadora y un rastrillo,alguna vez utlizados para recolectar la alfalfa,que Don Mariano,en épocas pasadas había sembrado en uno de los cuadros,le dijo,”Don Mariano,tiene las máquinas, tiene los caballos,con poco,puede cortar el pasto que hoy tiene y guardarlo para mas adelante,ademas desmalezar el patio,es fácil”,si,si es fácil,¡pero hay que hacerlo! Y ahí quedo,mientras los cardales rodeaban la tapera y las lluvias eran cada vez mas espaciadas.
Un periodo extenso de sequías pocas veces visto, llegó para afectar buena parte de la provincia ,dando mayor fuerza a una de las tantas crisis económicas, puesto que la sequía haría fracasar la cosecha y obligado al gobierno a tomar medidas para hacer que las escasas reservas de harina sean complementadas con salvado de trigo(carocillo ¡bah!),con lo cual se hubo de comer pan negro por bastante tiempo.
Ello también afecto a la ganadería y Don Manuel no escaparía a esa situación, para entonces ya había liquidado la mayor parte de las ovejas y reducido el numero de vacunos.
Por si fuera poco esa sequía dio lugar a frecuentes incendios de campos,que las malas lenguas,adjudicaban intencionalidad al Gobernador Aloé (sucesor de Mercante),algo que se demostró no tenia fundamento,si bien muchos incendios fueron localizados y controlados,uno de ellos adquirió gran magnitud y todos los esfuerzos destinados a controlarlo y/o detenerlo resultaron vanos, iniciado en el partido de Coronel Suárez, merced a los fuertes vientos en pocos días se propagó a otros partidos,atravesando rutas,arroyos,contrafuegos etc,asi paso por Cnel Pringles,Lamadrid,Laprida,parte de Olavaria e ingresando a los partidos de Azul y Juárez, antes que una providencial lluvia terminara por extinguirlo,no sin antes haber provocado considerables daños afectando a personas instalaciones,alambradas y a la hacienda que no pudo ser retirada a tiempo y a la vida animal silvestre.
El campo de Don Mariano,se interpuso en su camino, si bien tenia algunas noticias,éstas eran contradictorias en cuanto al avance del fuego,cuya dirección cambiaba según los caprichos del viento,como resultado de ello pronto su propiedad ,de la cual había retirado la mayor parte de la hacienda quedó rodeada por el fuego,sin muchas posibilidades de escapatoria, todavía lejos de la tapera,pero se acercaba irremisiblemente a ella, sólo un milagro o alguna lluvia oportuna podría detenerlo,cosa que no ocurrió y Don Mariano debió recurrir al abrigo del tanque australiano,sumergiendo la mayor parte del cuerpo,mientras cubría su cabeza,nariz y boca con una trapo mojado,para hacer respirable el aire convertido en densa humareda,y sustraerse al calor de las llamas, dándole respiro a Don Mariano,que así pudo sortear la situación, algo que otros en similar situación lamentablemente no lo habían logrado pagando con sus vidas.
Por suerte para el,ese día los vientos eran muy fuertes,eso provoco el rápido avance de las llamas y el humo que en poco tiempo dejaron atrás el lugar , afectando el galpón con el Ford A incluido, pero dejando la tapera a salvo y un sector del campo donde se habían refugiado los animales.


El incendio(enero de 1953) llegó hasta las vecindades de Chillar y a las puertas de La Rueda y el Monte San Antonio,en Juarez,cuyo Intendente había declarado la Emergencia,en las primeras horas de la noche,con el resplandor del fuego en el horizonte,el transito entre Juárez y La Rueda era incesante,unos iban y otros venian,todos a curiosear para ver por donde andaba el fuego.
En Chillar,todos se fueron a dormir con el resplandor detrás de la loma, en la madrugada los truenos y refusilos,anunciaban la llegada de una tormenta,que al contrario de otras pasajeras, ésta descargo una lluvia no muy copiosa pero lo suficiente como para acabar con uno de los incendios mas grandes que se tenga memoria,algo que perduraría en el recuerdo como también el acto protagonizado por Don Mariano.-